Los factores del exposoma internos, como el estrés, la falta de sueño, y la mala alimentación, así como los externos, como la contaminación, radiación uv y los cambios de temperatura, debilitan y tienen un impacto sobre nuestra piel. Debido a esto, la función barrera se degrada, la regeneración celular se ralentiza, se desequilibra el microbioma y el sistema de defensa de la piel puede verse alterado. Además, la piel se fragiliza muestra signos visibles como sequedad, pérdida de elasticidad, rojez, comezón, tono apagado o líneas de expresión y se le conoce como una piel estresada.

Últimamente se habla mucho de los maravillosos cuidados de la piel con el uso de probióticos, gracias a los grandes beneficios para proteger la piel y es que estamos muy familiarizados con lo que aportan a la salud en la forma de un suplemento diario, pero también funcionan con la piel y es que algunos dermatólogos están argumentando que los efectos beneficiosos que los probióticos tienen sobre el sistema digestivo también ayudan a mejorar la piel, ya que ayudan a la hidratación de esta, y a mejorar la calidad y la textura de nuestro cutis.

Además de agregar probióticos a nuestra dieta, ya sea como alimento o como complemento, la aplicación tópica de probióticos naturales puede tener efectos positivos en la piel. Como, por ejemplo, el yogur natural o los productos lácteos cultivados con propiedades exfoliantes naturales. Pero debemos de tener en cuenta que los ingredientes estrellas para el cuidado de la piel incluyen bifidus, que son derivados de los probióticos y ayudan a contrarrestar la sequedad, reforzar la función de barrera de la piel y disminuir la sensibilidad.

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